Me encantaría vivir en un mundo sutil. Un mundo sin droga ni dinero, sin borrachos ni muerte. Sin bufones ni funambulistas.
Un mundo donde el alcohol fuera agua bendita y la vida algarabía. Donde las jeringuillas sólo inyectaran caricias, amor y pocos llantos. Donde todos fuéramos poetas y a la vez huéspedes. Igual de pobres, igual de ignorantes, igual de sabios. Que el hambre fuera ilustre, y esa gula, un inquieto menester.
Donde Dalí fuera un loco ambicioso y Lorca un amanerado comprendido. Donde el artista se sepa emocionado, pero nunca emocionante. Que las residencias de estudiantes, explotaran con pericia y cultura. Que en los botellones solo bebieran sabiduría.
Donde todos pudiéramos mirar a nuestra familia y decirles, sois mi vida. Donde ninguno tuviéramos amigos que nunca volaron contigo. Un mundo sin extranjeros, porque todos partimos de la misma avenida, donde las religiones quedasen marginadas en aquella jaleada esquina. Un orbe donde la violencia yaciera bajo su sepultura. Donde la belleza fuera una hipnotizante melodía. Un mundo tan grande que hiciera a un ego tan pequeño. Que la injusticia fuera un aplauso al mediocre, que la apariencia fuera una guadaña sin paciencia.
Una tierra vestida por un jardín donde lluevan las sonrisas y bailen las encinas. Donde sus hojas muestren verdades y sus raíces oculten con ellas las mentiras.
Un mundo donde no exista el vetusto elixir de la política, esa insaciable, irreprimible tentación. Un mundo, donde sólo existiera esta oronda película. Un mundo igual de pobre, pero en otras cosas tan rico. Zurdido cachito a cachito. Recorrido, pasito a pasito.
Nosotros lo hemos creado. Ahora señores sigan disfrutando de su vida.
Y no olviden gastar su oro, ese socorro inocuo por el que han sacrificado sus días, de manera oportuna... aunque eso nunca lo olvidarán. Siempre vivieron por él.
Un mundo de locos, donde el que se cree cuerdo a veces grita al silencio más rotundo.
Javier Robles
Un joven que aún sueña.
martes, 5 de octubre de 2010
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